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"Globalización" del Folklore

El fenómeno de la globalización, si bien está referido fundamentalmente a la integración de las economías nacionales en una única economía mundial, también ha tenido consecuencias sociales muy importantes, con una penetración cultural de los países más desarrollados que han modificado las costumbres conservadas por la tradición. La música también ha recibido esta influencia, en particular del rock, que en nuestro país además de desarrollar el llamado "rock nacional" también ha afectado al tango y al folclore.

Además de la música de "fusión", en la que se toman elementos musicales de diversa procedencia para elaborar una mixtura que resulta extraña para quienes están habituados a escuchar música tradicional, también se introducen instrumentos totalmente ajenos a ella, como el saxofón o la batería, más propios del jazz o del rock.

Independientemente de la calidad de esta música, que no es lo que se cuestiona, el problema reside en que al ser denominada "música folclórica" falsea la esencia propia de esta música. La música foclórica transmite sensaciones propias de la región a la que representa, y puede ser interpretada por una orquesta sinfónica sin que pierda esa esencia. Hay ciertos rasgos que caracterizan a los ritmos foclóricos que no deberían modificarse, y tampoco la manera de sonar, aunque se utilicen instrumentos no tradicionales. Cuando se escucha un malambo por Waldo de los Ríos, o el Bailecito, de Guastavino por Buenos Aires Ocho, se tiene la sensación de estar en campo abierto, así como la música de Piazzolla lo traslada a la gran ciudad, con un estado de ánimo completamente diferente. Sin embargo tanto uno como otro tipo de música son inconfundiblemente argentinos, lo que no sucede cuando se interpreta una zamba como si fuera una balada, aunque se utilicen instrumentos tradicionales.

En los años sesenta hubo cambios importantes en la manera de interpretar la música folclórica tradicional, pero siempre se respetó su esencia, tal como hicieron los autores de música clásica argentina que utilizaron elementos folclóricos, como Julián Aguirre o Alberto Ginastera. Un claro ejemplo de esto fueron los Huanca Huá, y una década después Buenos Aires 8, que para nada se parecían en su forma de cantar a los conjuntos tradicionales, pero sus interpretaciones tienen "sabor a folclore".